Aunque seguramente sean las aves los animales que por antonomasia realizan las migraciones más conocidas por su capacidad para volar, entre los mamíferos también encontramos especies que realizan largas migraciones.
Por ejemplo, muchas especies de ballenas realizan viajes migratorios de miles de kilómetros por los mares y océanos de todo el mundo buscando alimento y lugares seguros para parir que nada tienen que envidiar a los de las aves.
Es el caso de la yubarta (Megaptera novaeangliae), también llamada ballena jorobada. Sus zonas principales de alimentación están en las altas latitudes lindantes con los polos donde pasan el verano. Tras el período de alimentación y engorde en estas zonas, cuando las aguas empiezan a congelarse, migran a zonas más ecuatoriales con aguas más cálidas y resguardadas donde reproducirse y criar tras un viaje de 5.000 km a través del océano abierto durante el cual pasan por zonas de alimentación para ir reponiendo fuerzas. Hay poblaciones de esta especie tanto en el hemisferio norte como en el sur, por lo que el verano y el invierno varía en función del hemisferio que habitan.
En tierra, son los grandes herbívoros pastadores a lo largo y ancho del planeta los que recorren largas distancias en busca de pastos para alimentarse.
La más famosa de estas migraciones es, quizás, la que acontece cada año en África entre el Parque Nacional del Serengueti (Tanzania) y la Reserva Masai Mara (Kenia) y es realizada por enormes manadas de ñúes de barba blanca (Connochaetes taurinus) junto a gacelas de Thomson (Eudorcas thomsonii) y cebras (Equus zebra).
Cada año, hasta 1,5 millones de ñúes, realizan una migración circular en el sentido de las agujas del reloj siguiendo las lluvias para encontrar hierba baja que comer, agua y minerales. Los animales abandonan las llanuras de hierba baja del sureste del Serengueti a medida que la estación lluviosa llega a su fin (enero-febrero) dirigiéndose al noreste, hacia el lago Victoria. En junio llegan a los pastos de transición para, a continuación, girar al norte hacia el Massai Mara donde pasan la estación seca (julio-octubre), antes de volver al sur en noviembre para completar el ciclo.

Por su parte, en el norte de América, el caribú (Rangifer tarandus caribou) realiza una de las migraciones anuales más duras de entre todos los mamíferos terrestres. Sus manadas pueden llegar a estar formadas por miles de individuos y recorrer 5.000 km entre el viaje de ida y vuelta, corriendo hasta a 80 km/h.
Migran entre las zonas de cría de primavera y verano y las de alimentación en invierno, obligados por la disponibilidad de plantas de la tundra. En verano las manadas se refugian de las moscas y los mosquitos en zonas costeras ventosas, mientras que en invierno se desplazan a bosques boreales subárticos donde la capa de nieve es menor que en la tundra abierta.

Pero entre los mamíferos también se encuentran especies voladoras: los murciélagos. Y entre los murciélagos hay especies frugívoras (es decir, que se alimentan de frutas) que necesitan recorrer centenares de kilómetros en busca de frutos de los que alimentarse.
Es el caso del panique de las palmeras (Eidolon helvum), un quiróptero africano que sigue las lluvias anuales hacia el norte hasta el África subsahariana antes de regresar al sur al final de la época lluviosa. Su viaje desempeña un papel vital en la dispersión de semillas de especies de árboles de gran importancia económica en la zona.
Fuentes consultadas:
http://www.nationalgeographic.es
«Vida Animal». Editorial: Pearson, Autor: Charlotte Qhlembroek
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