Cuando paseamos por la laguna de El Campillo, normalmente solemos asombrarnos y deleitarnos con los árboles que forman el bosque de ribera o con las espectaculares imágenes que generan la laguna con los cortados yesíferos al fondo. Sin embargo, es interesante mirar de vez en cuando al suelo y buscar algunas de las curiosas especies botánicas a las que sobrepasamos en altura. Una de estas plantas es el pepinillo del diablo.

Si has tenido huerto fácilmente la reconocerás porque, como su nombre indica, se parece mucho a la planta del pepinillo con la que comparte familia: la de las Cucurbitaceas. No sólo por su tallo rastrero (que forma una gran manta de color verde grisáceo) sino también por sus hojas acorazonadas de forma triangular y pilosas y por su fruto ovoide y carnoso que recuerda a un pepinillo. Sin embargo, a diferencia de las otras especies de su familia, es la única que carece de zarcillos, por lo que no puede trepar.

Las flores del también llamado pepinillo amargo o pepinillo loco aparecen desde la primavera hasta incluso principios del otoño, aunque con mayor intensidad en los meses de verano. Son flores de color amarillento, con forma de campana y unisexuales. Las flores machos crecen en racimos mientras que las flores hembras lo hacen de manera solitaria identificándose en la base de estas una zona ensanchada que es el ovario ínfero. La presencia o ausencia de flores de ambos sexos en la misma planta determina la subespecie a la que pertenece: subespecie elaterium si la planta es monoica (plantas con flores de ambos sexos) o subespecie dioicum si la planta es dioica (plantas solo con flores machos o solo con flores hembras). La subespecie que verás en el Parque Regional del Sureste es la que está presente en toda la Comunidad de Madrid: la subespecie dioicum.



Al madurar, el fruto se hincha hasta que se despega de forma violenta del pedúnculo al que está unido expulsando con fuerza un líquido donde se encuentran las semillas en dirección contraria a su avance. De hecho, su nombre científico proviene del latín «ekballion» que significa «arrojar», haciendo referencia a esta dispersión de las semillas. Y aunque en la actualidad su uso está completamente desaconsejado dada su toxicidad, el fruto se utilizaba en medicina popular para combatir la ictericia (el paciente tenía que oler el fruto recién cortado repetidamente) y como diurético y la raíz contra la atonía intestinal.
Si quieres encontrar esta planta herbácea perenne, tendrás que buscarlas en los bordes del camino ya que es uno de los lugares donde la gusta crecer. En el camino que rodea nuestra laguna es muy fácil verla. ¡Suerte en tu búsqueda!
Bibliografía:
Comunicación personal con José Ignacio López Colón.
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