Con la llegada del otoño, entre los claro-oscuros del bosque, si andamos con sigilo y atención, podremos oír los sonidos del celo de las tres especies de cérvidos que habitan nuestros bosques: ciervos, gamos y corzos. Animales que, perteneciendo a la misma familia y con rasgos comunes en sus comportamientos nupciales, muestran diferentes vocalizaciones que nos permiten identificarles a través de estas.
El ciervo (Cervus elaphus) es el mayor de los cérvidos españoles. Los machos son más grandes en tamaño que las hembras y presentan una cuerna ramificada. Los adultos necesitan un amplio espacio de distribución. Los machos forman un rebaño y las hembras, junto con jóvenes de ambos sexos, otro. Pero en otoño, durante el celo, que suele durar los meses de septiembre y octubre, se forman rebaños mixtos, y comienzan los emparejamientos.
Los machos emiten un sonido parecido a un mugido suave y profundo, popularmente conocido como la berrea. Las hembras se sienten atraídas por los bramidos más poderosos, y los machos compiten por impresionarlas. El bramido está directamente relacionado con la capacidad de lucha, por lo que al final se evitan combates.
El segundo cérvido en tamaño es el gamo (Dama dama). Los machos poseen una cuerna característica en forma de pala, y en su pelaje tienen unas manchas blancas. La distribución de grupos es igual que en los ciervos.
Con la llegada del otoño los gamos entran en celo, el cual sólo dura dos semanas, periodo de tiempo durante el cual los machos producen un sonido muy característico conocido como roncá debido a su parecido con los ronquidos. La finalidad de éste es la misma, impresionar a las hembras y conseguir aparearse con el mayor número de hembras posible.
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Por último, el más pequeño de los cérvidos es el corzo (Capreolus capreolus). Los machos tienen una pequeña cuerna con 3 puntas. El celo tiene lugar entre mediados de julio hasta finales de agosto, donde produce un sonido que posiblemente no le atribuiríamos, llamado ladra, parecido a un ladrido, bronco y sonoro, que puede oírse a varios kilómetros de distancia, que usan para impresionar a las hembras y ser elegidos para el apareamiento.
Así que si este otoño paseas por nuestros bosques y campos y oyes ruidos raros, ¡afina el oído para ver si se trata de estos ejemplares!
Fuente:
Guía de Campo: Mamíferos de España. Juan Carlos Blanco.
