Si bien las migraciones en grupos de animales vertebrados como mamíferos y aves son las más conocidas y aparentemente más espectaculares, las de algunas especies de invertebrados no se quedan atrás y no tienen nada que envidiar a las mismas. Este es el caso de la migración de las mariposas.

Un claro ejemplo de ello, es la sorprendente y fascinante migración de la mariposa monarca (Danaus plexippus). Esta especie viaja desde los bosques del centro de México (su zona de hibernación) hasta Estados Unidos y Canadá (lugar donde pasa el verano) recorriendo un total de más de 4.000 kilómetros.
Ya sólo la distancia recorrida es sorprendente, pero la cosa no queda ahí. Por un lado, cuando la mariposa migra hacia el norte, durante su viaje se reproduce varias veces, es decir, son varias generaciones las que realizan la migración. Es más, la reproducción y puesta de los huevos ha de hacerse en las zonas donde crece la planta nutricia de las orugas. No vale cualquier sitio. Por el otro, justo antes de la migración de regreso a Centroamérica, surge la «mega-generación» de mariposas que recorrerá de una vez el largo camino. Cuentan las leyendas mexicanas que, como las mariposas llegan a su tierra para la festividad del día de muertos (1 y 2 de noviembre), los animales representan las almas de los familiares fallecidos que vuelven a visitarles.
Otro ejemplo, menos conocido pero más cercano, es el de la mariposa cardera o vanesa de los cardos (Vanessa cardui). Esta mariposa realiza también una gran migración de más de 4.000 kilómetros recorriendo un total de 12.000 kilómetros al año lo que supone el récord de distancia migratoria en mariposas conocido hasta la fecha.
En este caso la mariposa realiza un viaje entre el norte de Europa y el centro de África en el que tiene que cruzar y atravesar ecosistemas muy diversos y climáticamente extremos: vuela por encima de los Alpes, recorre Europa de norte a sur, sobrevuela el Mediterráneo sin lugar donde posarse y atraviesa gran parte del desierto del Sáhara hasta llegar a la sabana tropical del continente africano. ¡Alucinante!
Estas grandes migradoras se enfrentan a un grave problema: la destrucción de sus hábitats, ya sea por deforestación, contaminación, destrucción, etc. Como son tantos los hábitats que necesitan para su supervivencia siempre alguno está en peligro y, por consiguiente, toda su especie. Son estos animales nómadas del mundo los que nos recuerdan que la conservación de la naturaleza tiene que ser a escala mundial.