La huerta en Invierno I

A pesar del creciente interés en la agricultura ecológica durante los últimos años en el mundo divulgativo, en la época invernal se suele dejar ligeramente aparcada dicha materia. Si bien es cierto que el huerto tiene su actividad más baja en esta época, ello no implica que dicha tarea carezca de importancia. Por ello, pasamos a enumerar algunas de las principales tareas del huerto del sureste madrileño en invierno.

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Ilustración del Centro el Campillo en invierno.

El primer cambio que hay que tener en cuenta con la llegada del invierno, son las heladas. Para que éstas no hagan estragos en nuestra cosecha utilizaremos mantas térmicas que colocaremos encima de los cultivos que permanecerán en tierra durante los días más fríos del año. Y, en caso de que alguna sección de los conductos utilizados para el riego esté compuesta de un material no flexible como puede ser el metal, será recomendable retirar el riego durante la temporada invernal.

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Ilustración de manta térmica.

Otra forma de combatir el frío invernal, o adelantarse a la primavera y comenzar con semilleros antes de su temporada es la técnica de la cama caliente. Está basada en la generación de energía, y por tanto de calor de los microorganismos encargados de la descomposición de la materia orgánica. La manera más sencilla de conseguirlo es cavar un rectángulo de unos 50 cm de profundidad, donde se rellenará una primera capa de estiércol fresco, otra más fina de arena de río y en la superficie, una capa de unos 25 cm de profundidad de sustrato apto para semilleros (no compost fresco, que todavía sea ácido y caliente ya que podría quemar las raíces).

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Ilustración esquemática de cama caliente.

De esta forma el calor generado por los microorganismos del estiércol fresco se traspasa al sustrato sin llegar a alcanzar temperaturas excesivamente elevadas para las raíces incipientes de las hortalizas gracias al aislamiento parcial de temperatura que supone la barrera de arena de río. Con este tipo de técnicas el hortelano se puede asegurar hasta 20 o 25ºC en la tierra de plantación durante un mes. Cuanto más pretendamos adelantarnos a la primavera más necesario se hará reforzar dichas técnicas con otras como las mantas térmicas que hemos visto anteriormente o plásticos o cristales a modo de invernadero.

En la próxima entrada seguiremos hablando de nuestra huerta de invierno. ¡Hasta la próxima!

Plantas medicinales en el Huerto Caracol (III)

 

Volvemos con la tercera parte de la plantas medicinales que podemos encontrar en el Huerto Caracol. Ya hablamos, en anteriores entradas, del tanaceto, el culantrillo de pozo, la hierba callera y la gayuba, así que hoy nos centraremos en una nueva pareja.

  • Uva de gato (Sedum album)

Esta discreta planta pertenece a la familia de las crasuláceas, que se llaman así por la crasitud de sus hojas, es por ello que sus hojas constituyen reservas de agua y les permiten resistir periodos prolongados de sequía en suelo y aire. Es una planta perenne que florece desde junio hasta bien entrado el verano, dando unas flores blancas o rosáceas, en ocasiones con toques púrpuras. Se suele encontrar en suelos secos, sobre las rocas, aunque no es raro verla también en muros o tejados a pleno sol, desde el nivel del mar hasta los lejanos 2400 metros. Se da en zonas soleadas con temperaturas moderadas, aunque soporta bien las fuertes variaciones de temperatura. Se expande por toda la Península Ibérica, además de por Europa y algunas zonas de Asia.

La uva de gato tiene propiedades astringentes y refrescantes que se aprovechan al beber su zumo con agua con azúcar ( por su sabor). También se considera detersoria porque limpia y ayuda a cicatrizar las llagas y úlceras, aplicando externamente un cataplasma.

No confundir con la conocida como uña de gato (Uncaria tomentosa), también con propiedades medicinales, es una planta trepadora procedente de Perú.

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Uva de gato en el Huerto Caracol

  • Romero (Rosmarinus officinalis)

Seguro que esta planta no es ninguna novedad ni para vuestros ojos, ni para vuestro olfato, ni seguramente, para vuestro tacto y gusto. El romero, por todo el mundo conocido, es un arbusto aromático, perenne que florece durante casi todo el año, con unas flores de tonalidades azuladas. Crece en las laderas y collados bajos, en terrenos calcáreos, generalmente acompañando a la encina y en los matorrales subsiguientes a su destrucción; desde el nivel del mar hasta 1500 metros. Muy extendida por toda la Península Ibérica, escasea en las regiones del norte y noroeste, sin embargo se encuentra también en las Islas Baleares.

Varios son los refranes que hablan de esta extendida planta, entre ellos el dicho catalán: «De flors de romaní i noies per casar, tot l’any y n’hi ha» que viene a decir que «flores de romero y chicas para casarse hay todo el año» o el conocido refrán: «De las virtudes del romero se puede escribir un libro entero«, y es que a esta la planta se le atribuyen propiedades estimulantes, antiespasmódicas, diuréticas y como colagogo. Externamente se usa como vulneraria, contra dolores articulares, y para tonificar el cuerpo tras esfuerzos físicos, con la elaboración del famosos también alcohol de romero. A parte, se usa para lavar llagas y heridas. También se ha usado en el tratamiento de la ictericia.

El romero tiene varios componentes, pero el más importante, a parte de una pequeña cantidad de resina, es la esencia de romero, que se obtiene de las hojas y extremos floridos en cantidades variables según las localidades en que se cría y la época del año en que se recolecta.

Por supuesto, el romero cuenta con otros variados usos gracias a sus propiedades aromáticas, pero esos los dejamos para otro momento.

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Romero en el Huerto Caracol

Bibliografía