La grafiosis

En los bosques de ribera del Parque Regional del Sureste encontramos una especie de árbol muy popular: el olmo (Ulmus minor). Desgraciadamente, muchas veces son conocidos por una enfermedad letal que les está afectando y que ha diezmado su población: la grafiosis. Desde que hizo su aparición en Europa, a principios de siglo XX (1918), la grafiosis de los olmos ha demostrado ser una de las enfermedades forestales más devastadoras que se conocen. En la Península Ibérica el primer gran brote se produjo a principios de los años ochenta, y provocó la muerte de un gran número de pies.

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Ejemplar de olmo afectado por la grafiosis. Foto: Ayto Aracena

A veces, sobre el tronco y la corteza del olmo se pueden observar grabados realizados por el insecto transmisor de la enfermedad. Se trata un pequeño coleóptero, conocido vulgarmente como barrenador del olmo (Scolytus scolytus, Scolytus kirchi, y Scolytus multistriatus) que se instala sobre las yemas más tiernas y las muerde dañándolas irreversiblemente. La hembra deposita las huevos entre la corteza y el tronco formando galerías. Tras pasar la etapa de pupa, los insectos adultos van volando de un árbol al otro, transportando esporas del hongo que causa la enfermedad.

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Scolytus multistriatus, escarabajo transmisor de la grafiosis. Foto: Aravaceos

La especie de hongo que causa la enfermedad, el verdadero agente infeccioso, es Ceratocystis ulmi. Este hongo semiparásito desarrolla su micelio en los vasos conductores de la savia del árbol invadiendo el xilema y destruyendo sus vasos, interrumpiendo así el transporte hídrico y dejando el interior de las ramas con líneas o manchas de color oscuro. El aspecto a simple vista de los olmos afectados es enfermizo y amarillento con algunas ramas secas y hojas encorvadas. Todo ello se deriva en dos efectos principales: obstrucción de los vasos conductores y el envenenamiento de las hojas. Por último, como consecuencia, el olmo infectado termina por morir.

Galerías formadas bajo la corteza del olmo por las larvas de los escarabajos.

Para el seguimiento y la erradicación de la enfermedad se realizan programas de control basados en la realización de un estricto saneamiento del material de olmo susceptible de ser infectado. El tratamiento con insecticidas representa un método complementario tratando de prevenir la alimentación de los coleópteros sobre los olmos sanos. Después de que el uso del Dicloro difenil tricloroetano (DDT) fuese abandonado a finales de los sesenta, diferentes estudios en Europa y Norteamérica han encontrado que el metoxicloro resulta el insecticida más adecuado para proteger los olmos frente a esta alimentación. Además, el metoxicloro posee buenas características medioambientales: baja toxicidad para aves y mamíferos, no se acumula en los tejidos grasos y se degrada fácilmente en metabolismos no tóxicos. Sin embargo, resulta letal para la fauna acuícola por lo que es necesario tomar precauciones cuando se aplica en lugares próximos a hábitats acuáticos.

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Hojas de olmo afectadas por la grafiosis. Foto: Ayto Aracena 

Los olmos del Parque Regional del Sureste no han sido excepción y han sido afectados por esta enfermedad. Afortunadamente, podemos encontrar algunas zonas donde sobreviven algunos ejemplaremos como la conocida olmeda de Casa Eulogio, en las orillas del río Manzanares. Actualmente, la Universidad Politécnica de Madrid junto con otros cinco centros de investigación europeos están estudiando esta enfermedad.

Fuentes:

  • Guía de la naturaleza en el Parque Regional del Sureste
  • Parque Regional del Sureste
  • Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares

Senda por las lagunas de Velilla

Velilla de San Antonio es uno de los 16 municipios del Parque Regional del Sureste (PRS). Esta senda, que  comienza en el polígono industrial, rodea gran parte de los humedales del municipio. Desde el punto de partida podemos observar el primer ecosistema de los cuatro que se ven durante el recorrido: el ecosistema de humedal. 

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Laguna El Raso

La laguna de «El Raso», es la primera laguna que vamos a poder disfrutar en esta senda; la cual está incluida en el Catálogo regional de Embalses y Humedales de la Comunidad de Madrid y en el Inventario Español de Zonas Húmedas. Dejando detrás el polígono, continuamos por el camino de tierra de la izquierda para bordear la laguna. Pasearemos entre tarayes (Tamarix gallica), sauces (Salix alba) y árboles del paraíso (Eleagnus angustifolia), especie introducida, hasta observar el río Jarama a nuestra izquierda, dejando la laguna a la derecha.

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Río Jarama con los cortados yesíferos de fondo

Desde varios puntos del recorrido podemos observar otro de los ecosistemas del PRS, los cortados yesíferos. En este hábitat podemos encontrar poca vegetación pero muy característica debido a su aridez y salinidad, como el esparto (Stipa tenacissima) con el que se fabrican las alpargatas. Entre la fauna destacan el halcón peregrino (Falco peregrinus) o al búho real (Bubo bubo).

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Cormoran en el río Jarama

Más adelante en el camino, llegaremos a una valla metálica y a una bifurcación. Tomaremos el camino de la izquierda alejándonos un poco de la laguna y siguiendo paralelos al río Jarama. En este punto nos adentraremos en el tercero de los ecosistemas, el bosque de ribera, mientras caminamos bajo la sombra de chopos (Populus alba), olmos (Ulmus minor) y más tarayes. Tenemos el río a la izquierda, pero la laguna que tenemos a la derecha ya no es el Raso, si no otro conjunto de lagunas llamado Picón de los conejos. Continuamos hasta llegar a la siguiente bifurcación donde tomaremos el camino de la derecha.

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Laguna el Picón de los Conejos

Siguiendo por ese camino podremos observar el cuarto de los ecosistemas que veremos hoy, los cultivos cerealistas. Un poco más adelante habrá un camino a la derecha el cuál debemos tomar para volver, entre dos de las lagunas del Picón de los conejos hasta encontrar el camino inicial que nos llevará, a la izquierda, a la primera laguna El Raso.

FICHA DE LA SENDA

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Fuente: google maps

Distancia: 4,6 kilómetros.

Duración: 2:30 horas.

Dificultad: baja.

Ecosistemas: bosque de ribera, estepas cerealistas, humedal y panorámica de los cortados yesíferos.

Cómo llegar: Para acceder en transporte público hay que coger el autobús 341 desde Conde Casal, o el autobús 284 desde Avenida de América, ambos hasta la segunda parada de Velilla de San Antonio, Olivar con Federico García Lorca. Para llegar en coche el punto de partida es la c/ Manzanares en el polígono de Velilla de San Antonio.

Libélulas y caballitos del diablo

Seguro que paseando por los alrededores de nuestra laguna, has visto mil veces estos pequeños insectos que todos conocemos como libélulas. Éstos pertenecen al orden Odonata dentro de la clase de los Insectos, y realmente podemos distinguir dos subórdenes dentro de él, el 66% son libélulas (suborden: Anisoptera) y el 33% caballitos del diablo (suborden: Zygoptera). ¿Pero cómo los distinguimos si son tan parecidos? Pues sobre ellos hablamos en esta entrada de nuestro blog.

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Distribución de libélulas y caballitos del diablo.

Las libélulas, son más grandes y más activas que los caballitos del diablo, por lo tanto son más fáciles de observar; mientras que los caballitos del diablo son frágiles y de vuelo más corto. Vamos a explicar una serie de características diferenciales básicas para que nos quede más claro.

La primera de todas son las alas.  Tanto los caballitos del diablo como las libélulas (ansiopteros) tienen dos pares de alas, llamadas alas delanteras y traseras. En los caballitos del diablo (zygopteros) ambos pares son de igual tamaño, y cuando se posan pliegan las alas contra el abdomen. En las libélulas sin embargo, las alas posteriores son más grandes y poseen unos fuertes músculos lo que las hace mucho más ágiles al volar. Por lo que las libélulas se desplazan mucho más lejos que los caballitos del diablo y no pliegan las alas al posarse.

La segunda diferencia que podemos observar son los ojos, ambos tienen grandes ojos compuestos que sobresalen. Los ojos de los caballitos del diablo son más pequeños y están separados por un ancho que equivale a un ojo entre medias de los dos. Mientras que en las libélulas los tienen más juntos y son más grandes.

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En cuanto al cuerpo, el de las libélulas es más robusto y grande, mientras que el de los caballitos del diablo es más cilíndrico y esbelto. Generalmente los caballitos del diablo permanecen cerca del agua, por otra parte las libélulas pueden alejarse a grandes distancias del agua.

Respecto a la caza, los zigópetoros cazan presas estáticas (posadas) y  los anisópetoros cazan presas en vuelo.

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Libélula

Ahora que ya sois todos unos expertos sobre los odonatos, podéis salir al campo y fijaros con más detalle para a ver si los veis y los distinguís con facilidad.

Bibliografía:

Abril en El Campillo

Como vino avisando en los meses anteriores (febrero y marzo), la primavera terminó llegando y coloreando el camino de la laguna y el bosque de ribera. El verde de las sámaras de los olmos y los amentos de los chopos se transformó en el verde de las hojas, y el blanco de las flores de los almendros se transformó en el blanco de la “pelusa” de los chopos y de las flores de los majuelos.

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Majuelo en flor en el camino de acceso al centro.

Las  hojas del álamo blanco, álamo negro, los fresnos, los almendros, las sauces y los olmos terminaron por desarrollarse quedando todas sus ramas cubiertas por ellas.

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Fresno con hojas en el camino de acceso al centro.

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Álamo negro hembra de gran porte en el camino de la laguna.

Los amentos femeninos de los álamos blancos desarrollaron las semillas y cubrieron el camino con ese algodón característico que para muchos niños es como «si hubiese nevado». Ese algodón, que no es el polen como mucha gente cree, son las semillas. De hecho, si os fijáis bien en ese algodón podréis ver puntos más oscuros. Esos puntos son las semillas. El algodón es un «paracaídas» que tiene la semilla para dispersarse con el viento.

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Amentos de álamo blanco con sus semillas a punto de caer.

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Lado del camino de la laguna de El Campillo cubierto por la «pelusa» de los álamos blancos.

Como en los chopos, los frutos del resto de especies arbóreas siguieron desarrollándose. La mayoría de los almendrucos ya han alcanzado un tamaño considerable y las sámaras de los olmos maduraron a principio de mes, cambiando de color, y cubriendo sus alrededores cuando caían.

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Almendrucos.

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Rama de olmo donde se aprecian las sámaras ya maduras y las hojas desarrolladas.

También llegó el turno de las flores de las jaras. El romero macho, con hoja muy parecida a la del romero, se diferenció de este con sus flores blancas. Y la estepa blanca nos volvió a sorprende con sus flores rosas.

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Jardinera de romero macho frente a la laguna de El Campillo, en uno de los lados del camino.

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Flor de con uno de sus polinizadores.

Y abril trajo consigo también una de las mayores sorpresas del Parque Regional del Sureste, la floración de las orquídeas de las que podemos encontrar, entre otras, Ophrys sphegoedes.

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Ophrys sphegoedes en el lado del camino de la laguna que está pegado al río Jarama.

La primavera te espera en el Parque Regional del Sureste. ¡Ven a descubrirla!

Marzo en el Campillo

Como ya contamos en una entrada anterior en este blog, el invierno no es sólo una estación fría y con pocas horas de luz. El invierno es una época en la que parte de la naturaleza se prepara para la primavera. Y eso es lo que ha seguido pasando durante este mes de marzo en el Parque Regional del Sureste. Por eso los principales árboles presentes en el bosque de ribera «campillero» han seguido con su incontrolable actividad cambiando de aspecto cada día que pasaba. Las flores del olmo se han dado prisa y ya hemos podido observar las primeras sámaras, es decir, sus frutos. De hecho, a finales del mes, gran parte del verde que se observa en el bosque de ribera es por las sámaras.

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Ramas de un olmo repletas de sámaras.

Los almendros, uno de los árboles mas «madrugadores», continuaron su camino y durante este mes ya florecieron todos, las flores comenzaron a caerse y las hojas terminaron de   desarrollarse.

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Los almendros, con sus flores y sus hojas totalmente desarrollados.

En los álamos blancos, los amentos masculinos terminaron de desarrollarse, cayéndose muchos a lo largo del mes con algunos de los vientos.

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Ramas de un álamo blanco repletas de amentos.

De hecho, en palabras de los niños de los colegios que nos visitaron este mes: «el camino estaba lleno de orugas». Y no les faltaba razón, ya que los amentos caídos en el suelo, con su forma alargada y ese color rojizo parecían un ejercito de orugas buscando un lugar donde esconderse.

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Amentos caídos en el suelo «aparentando ser» orugas.

Por su parte los amentos femeninos de esta especie comenzaron a verse por el camino de nuestra laguna durante este mes.

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Amentos femeninos del álamo blanco.

Además, las yemas foliares, comenzaron a formar las hojas.

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Distintos estadios de desarrollo de las hojas de un álamo blanco a partir de las yemas foliares.

Los álamos negros, con sus yemas ya desarrolladas en febrero, poco a poco fueron desarrollando sus amentos y también sus hojas.

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Amentos de un álamo negro.

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Detalle de las hojas de álamo negro, con sus característica forma de pica.

Los fresnos no iban a ser menos y a finales de mes algunos de ellos ya mostraban casi todas sus ramas llenas de sus imparipinnadas hojas compuestas.

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Pie de fresno con sus ramas llenas de hojas.

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Detalle de las hojas compuestas de los fresnos.

Y sin darnos cuenta, la primavera llegó, con muchas flores ya desarrolladas, pero con muchas sorpresas más por descubrir que os iremos contando en este nuestro blog.

Febrero en El Campillo

Desde pequeños nos enseñan que la primavera es la estación de las flores, la época de cría de los animales e incluso, para muchos, la estación más bonita del año. Pero la primavera no sería primavera sin invierno. Y este año 2015 la primavera no llega hasta el 20 de marzo. Entonces… ¿por qué pueden verse flores desde febrero en el Parque Regional del Sureste?

Si bien todas las cosas que sabemos de la primavera son ciertas, no dejan de ser una generalidad y, como en todo, hay particularidades. Los que hayáis tenido la suerte de pasear por el Parque Regional del Sureste este último mes habréis podido comprobar como la naturaleza se prepara durante el final del invierno para estar lista para la primavera.

Las especies arbóreas más representativas del bosque de ribera en el tramo del río Jarama que abraza la laguna de El Campillo (el álamo blanco, el álamo negro, el fresno y el olmo) comenzaron a salir de su «letargo» invernal en febrero. Fue en este mes cuando empezaron a asomar las yemas reproductoras en sus ramas desnudas (al ser especies de hoja caduca) y, a continuación, las flores. Lo más curioso y llamativo de todo este proceso es que aparecen antes las flores que a las hojas.

Las flores del olmo son muy pequeñas (miden solo unos 0,5 cm), presentan un pedúnculo corto y se encuentran agrupadas en ramilletes purpúreos.

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Ramilletes de flores presentes en los olmos.

Por su parte, las flores del fresno son un poco más tardías y, aunque empiezan a desarrollarse mucho en este mes, tardarán un poco más de tiempo en estar en su plenitud.

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Detalle de las flores del fresno.

En cuanto a las especies de álamos, es el álamo blanco el que más prisa parece tener, ya que a finales de febrero presenta en muchos de sus individuos los amentos (racimos colgantes) completamente desarrollados repletos de “micro” flores casi imperceptibles a simple vista.

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Evolución de las yemas de los álamos blancos, desde que aparecen hasta que florecen.

Por su parte, el álamo negro, aunque sigue un curso casi idéntico a su primo el blanco, es un poco más tardío y en febrero no se pueden observar nada más que sus yemas (salvo alguna excepción).

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Ramas de álamos negros repletas de yemas.

En ambos casos son más llamativos los amentos masculinos al presentar sus flores un color rojizo.

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Álamo blanco repleto de amentos.

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Detalle de los amentos del álamo blanco.

Junto a estos árboles ribereños, crecen en la vereda del camino algunos almendros cuyas flores son más grandes y llamativas que las de los otros árboles presentes. Si bien la mayoría solo presentaba un par de flores a finales de febrero, alguno ya tenía más de la mitad de sus ramas floridas.

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Evolución de las yemas de los almendros desde su aparición hasta la formación de la flor.

Y es así como empieza la primavera, a finales del invierno. Así que cuando salgas al campo, abre bien los ojos y no pierdas detalle de lo que pasa en cada mes en la naturaleza.