En una sociedad cada vez más urbana resulta fundamental que los ciudadanos retomen el contacto con la naturaleza. El contacto con el huerto puede ser una buena manera de empezar y retomar la conexión con los ciclos naturales, en este caso de las plantas.
La huerta nos regala las plantas de las que nos alimentamos y hay un cultivo que disfrutamos ahora pero que se sembró en los meses de más frío. Estamos hablando de las habas, Vicia faba. Pertenece a la familia de las leguminosas.

Es fácil pensar que la huerta en invierno cesa su actividad, pero este cultivo crece despacito durante los meses de más frío y se mantienen a la espera de la subida de las temperaturas para aumentar su crecimiento y empezar a reproducirse ayudado por la llegada de los polinizadores. Es una planta melífera, sus flores están adaptadas para que los polinizadores puedan acceder fácilmente.
Las habas toleran el frío pero pueden sembrarse todo el año, menos en verano, aunque ¡ojo!, debemos saber que las habas nacidas con frío toleran las bajas temperaturas, pero a las nacidas con calor les cuesta mucho más y podemos sufrir hasta la pérdida de la mata con la llegada del frío.
En la zona centro se pueden poner a partir de octubre durante todo el invierno, aunque es más aconsejable ponerlas antes de que la tierra se congele. Por lo tanto, cuando llega la primavera ya tenemos una planta con un sistema radicular fuerte y en muy poco tiempo tendremos frutos, por eso será una de las primeras cosechas que recogeremos en abril.



A quien le gusten más con vaina, las tendrán que coger más tiernas y si no, esperaremos un poco más.

Así que si alguna vez habías oído nombrar “En abril, las habas en el mandil” y no sabías por qué era, ahora ya sabes que forma parte del refranero popular.











































