Los cortados del Jarama, Manzanares y Henares, constituyen uno de los paisajes más singulares del Sureste de la Comunidad de Madrid. Forman un relieve que destaca sobre las llanuras predominantes en la región, además de poseer un alto interés científico por las condiciones de su formación y por su papel de refugio de especies animales y vegetales.
Desde el Centro El Campillo, tenemos una excelente panorámica de los cortados del Piul. En este paisaje, viven unas plantas peculiares; y es por ello que hoy queremos hacer referencia a esta vegetación poco conocida pero sin embargo, de gran valor ambiental: la vegetación salina o gipsófila.

Limonium dichotomun. Foto CEA Caserío de Henares
Nos encontramos en el Parque Regional del Sureste y aquí hay cinco ecosistemas diferenciados: bosque de ribera, humedales, estepas cerealistas, bosque mediterráneo y el que hoy nos compete: las cuestas y cortados yesíferos. Estas últimas, son áreas con un entorno de condiciones extremas: fuertes pendientes, alta insolación, suelos salinos, xericidad… y aquí nos encontramos especies arbustivas y arbóreas de gran valor, capaces de vivir asociadas a sustratos yesíferos. Por este motivo, las especies que aquí habitan son especies exclusivas o de distribución muy restringida: prosperan algunas de las comunidades vegetales más interesantes desde el punto de vista biogeográfico de la Comunidad de Madrid. Estos enclaves forman parte del LIC: “Vegas, Cuestas y Páramos del Sureste de Madrid”, que a su vez engloba la ZEPA: “Cortados y cantiles de los ríos Jarama y Manzanares”. De la misma manera, la vegetación gipsícola figura como hábitat prioritario (1520) según la Directiva 92/43/CEE (conocida como Directiva Hábitats) y se enmarca con el nombre de: “Vegetación gipsícola ibérica (Gypsophiletalia)»

Cortados y cantiles en el Parque Regional del Sureste
El aspecto desolado y gris que presentan los cortados yesiferos del Parque engañan al observador, a primera vista parecen yermos de vida. Y ciertamente no hay abundancia de vida en estos parajes. Sin embargo, en estos farallones crece una flora única y habita una fauna sorprendente. Esta vegetación está adaptada a la toxicidad de un sustrato rico en yesos y en este terreno habitan varios endemismos.
Estas plantas utilizan una serie de adaptaciones morfológicas para poder desarrollarse en este medio que aporta muy poca humedad: hojas escamosas, superficie foliar reducida, exudaciones. El resultado son plantas muy austeras, modestas, sin formas exuberantes, con mínima exhibición de colores salvo la corta floración.

Salsola vermiculata
Entre los tipos de formaciones vegetales más comunes cabe destacar el jabunal, una clase de matorral bajo y poco denso denominado jabuna (Gypsophila struthium) que es un matorral ralo leñoso y densamente ramificados (utilizado por su propiedades jabonosas). Destaca también la ontina (Artemisa herba-alba), sobre todo en los llanos y hondonadas de carácter nitrófilo; la barrilla (Salsola vermiculata) y el zumillo (Thapsia villosa).

Gyphophilla striutum. Foto CEA Caserio de Henares
Otra comunidad de interés es el orzagal, asociación vegetal amante de ambientes nitrófilos, yesíferos y salinos formada por orzagas (Atriplex halimus), limonio (Limoniun dichotomicum). Muy ligados a las comunidades anteriores están los harmagales (Peganum Harmala) y también el arrancamoños (Xanthuim spinosum).

Limonium dichotomucum
Pero si existe una comunidad que tanto para la configuración estética del paisaje como para la estabilización edáfica cumple un papel primordial, esa es la del atochar o espartal (Stipa tenacissima). Esta formación es capaz de adaptarse a los rincones más áridos y menos apetecibles para el resto de especies y además se establece como etapa inicial de áreas degradadas favoreciendo el crecimiento de las más exigentes. Se distribuye a lo largo y ancho de las cuestas y páramos, pero en determinadas zonas de elevada pendiente y exposición solar se queda formando comunidades monoespecíficas. Las finas y largas hojas de esta especie forman un denso matorral que crea unas condiciones adecuadas para mantener la humedad. Es una planta que enriquece y protege el suelo de la erosión.

Stipa tenacissima
Otras plantas perfectamente adaptadas son el comestible tomillo salsero (Thymus zigis), excelente para condimentar carnes; la reseda (Resada suffruticosa) que es reconocible porque crece una espiga alta con forma de ancha vara; la harmaga (Peganum harmala); abundante en suelos nitrificados; y el romerillo de escamas (Helianthemun squamatun), recubierto de escamitas plateadas. La centaurea (Centaurea hypsopifolia); herniaria (Herniaria fruticosa), lepidio (Lepedium subulatum), gamón (Asphodelus ramosus), la efedra (Efedra fragilis) además de una comunidad de líquenes extraordinariamente rica y variada y con un importante papel para la conservación de estos frágiles suelos y la absorción de humedad.

Efedra fragilis
Fuentes:
-El Parque Regional el Sureste Madrid. Miguel Álvarez Martinez. Tierra azul ediciones. 2005
-Las mejores excursiones por el Parque Regional el Sureste. Jose María Sendarrubia. El Senderista. 2006
-Guía de la Naturaleza en el Parque Regional del Sureste. Manuel Fernández. Grupo Naumanni. Noviembre 2005.
-http://www.redforesta.com/blog